30 julio 2016

La tormenta


Desperté. Estaba empapada, el pelo me pesaba y tenía fríos los pies. El sol disparaba destellos en el agua que ahora podía ver con más claridad, por estar cerca.
Gire sobre mi propio eje y me zambulli en la profundidad del lago, cuando volví a salir para tomar aire el sol ya no estaba.

1 comentario:

  1. La lluvia tiene un vago secreto de ternura,
    algo de soñolencia resignada y amable,
    una música humilde se despierta con ella
    que hace vibrar el alma dormida del paisaje.

    Es un besar azul que recibe la Tierra,
    el mito primitivo que vuelve a realizarse.
    El contacto ya frío de cielo y tierra viejos
    con una mansedumbre de atardecer constante.

    Es la aurora del fruto. La que nos trae las flores
    y nos unge de espíritu santo de los mares.
    La que derrama vida sobre las cementeras
    y en el alma tristeza de lo que no se sabe.

    La nostalgia terrible de una vida perdida,
    el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
    o la ilusión inquieta de un mañana imposible
    con la inquietud cercana del color de la carne.

    El amor se despierta en el gris de su ritmo,
    nuestro cielo interior tiene un triunfo de sangre,
    pero nuestro optimismo se convierte en tristeza
    al contemplar las gotas muertas en los cristales.

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